El Profe Droghi
De Geografía.
UNIDAD 1.
TRABAJOS PRÁCTICOS
"Los modelos económicos en América"
AMÉRICA EN LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO.
América en la división internacional del trabajo.
En el siglo XVI, la Revolución Industrial generó un cambio económico en el mundo: la división entre países centrales y países periféricos. Los primeros se especializaron en la producción de manufacturas, mientras que los segundos —entre ellos, los de América Latina— se especializaron en proveer a Europa de materias primas. Se iniciaba, así, la división inter nacional del trab
La división internacional del trabajo.
La división internacional del trabajo es el resultado de un proceso a partir del cual cada país o región del mundo se especializó en la producción de un bien o servicio. La Revolución Industrial, ¡iniciada en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII, produjo cambios tecnológicos, económicos y sociales a nivel mundial. La mayor transformación se produjo en los países europeos, que aumentaron su capacidad industrial y mejoraron radicalmente su productividad. Esto generó la necesidad de expandir los mercados para comerciar los productos y obtener las materias primas necesarias para el abastecimiento de las industrias y el alimento de las poblaciones, cada vez más numerosas.
En este contexto, los países de América Latina se especializaron en la elaboración de materias primas para exportar a Europa. De esta forma, la división internacional del proceso de producción mundial separó a los países en centrales (dedicados a actividades industriales más desarrollados), y periféricos (los países productores de materias primas, menos desarrollados). Los países de América anglosajona, desde entonces, tuvieron un mayor desarrollo industrial principalmente los Estados Unidos), que les permitió insertarse en el mercado mundial como productores de manufacturas.
América Latina agrominera.
En la división internacional del trabajo, América Latina se especializó en la producción de materias primas. Los países de las regiones tropicales de América, favorecidos por el clima cálido y húmedo, se dedicaron a producir principalmente algodón, tabaco, café y caña de azúcar, como sucedió en el Caribe. Los países subtropicales, con un clima templado y subhúmedo, se especializaron en la ganadería vacuna y la producción de cereales. Mientras que, en las áreas de montaña, fundamentalmente en los Andes centrales, se desarrolló la extracción minera de cobre, estaño y zinc.
Para exportar sus producciones, debían trasladarlas des de las áreas rurales hasta las ciudades puerto. Los países de América Latina buscaron, entonces, reducir los tiempos y costos de ese traslado. Para ello, importaron de Inglaterra infraestructura ferroviaria a cambio de acuerdos comerciales y endeudamiento financiero. Esta situación profundizó la posición periférica latinoamericana.
La América anglosajona industrial.
Los países de América anglosajona no se insertaron en el mercado mundial exclusivamente como producto res de materias primas: su industrialización temprana (desarrollada a partir del siglo XIX) les permitió producir también manufacturas. En el caso de los Estados Unidos, este país contaba con abundantes recursos naturales, como madera para construir sus propios barcos y, así, exportar algodón y alimentos a Europa. Además, tenía la capacidad de expandir el ferrocarril hasta los extremos del país.
De esta manera, obtuvo grandes ganancias que fueron reinvertidas tanto en la industria como en el desarrollo tecnológico de sus producciones agrarias. Esto le permitió, a su vez, diversificar la producción hacia las industrias textil, siderúrgica, química, agroalimentaria, naval y automotriz.
El país fue pionero, además, en la implementación de sistemas de producción que aumentaban la productividad, como la cadena de montaje* y la producción en serie. Finalmente, su capacidad militar le permitió extender su territorio hacia el oeste (y luego hacia Centroamérica y el Caribe) y obtener, así, abundante mano de obra y materias primas como el petróleo, un combustible que sería fundamental para el sistema industrial. Anexionar nuevas áreas posibilitó, además, brindar oportunidades de poseer tierra propia a la mayoría de sus ciudadanos. Con todo ello, los Estados Unidos se consolidaron como un país central en América, y uno de los más importantes en el mundo.
La industria del automóvil.
Entre las industrias, la automotriz se convirtió en una de las más competitivas. Esto llevó a los empresarios a invertir en innovaciones de ingeniería que les permitieran aumentar la productividad y reducir los costos. La más importante fue el sistema de transferencia, aplicado a partir de 1908 en la línea de montaje de la fábrica Ford, en Detroit, Estados Unidos. Este sistema, llamado también fordismo, implicó una innovación técnica y una forma nueva de organizar la producción. Se trata de un mecanismo de producción donde una máquina mueve las partes en secuencias y los obreros realizan diferentes operaciones sobre ellas, hasta el ensamble final. En este proceso, cada obrero cumple una función especializada, y el tiempo de producción se minimiza.
INDUSTRIALIZACIÓN Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
A partir de 1930, grandes cambios económicos y políticos afectaron el comercio internacional. Esta situación motivó un acelerado proceso de industrialización en algunos países de América Latina. Hacia fines del siglo XX, políticas neoliberales generaron desindustrialización y desempleo en estos países.
Imagen número 1
Sustitución de importaciones.
Industrialización
En 1930, se produjo una crisis financiera internacional que paralizó el comercio mundial y generó altos índices de desempleo en el mundo. Debido a esto, la demanda de materias primas por parte de los países centrales disminuyó drásticamente. Con ello, disminuyó también el ingreso de divisas* a los países periféricos y la posibilidad de adquirir las manufacturas que no producían. Esto llevó a algunos países de América Latina a iniciar un rápido proceso de industrialización por sustitución de importaciones. Se desarrollaron, de esta forma, las industrias nacionales de la región.
En una primera etapa, grandes empresas agrícolas y compañías extranjeras invirtieron capital y modernizaron las industrias livianas, dedicadas a la elaboración de productos de primera necesidad, como alimentos y vestimenta. Luego, algunos sectores se especializaron en industrias pesadas, como la metalúrgica, la química y la siderúrgica.
Industria y población:
Los lugares donde se instaló la mayor cantidad de fábricas fueron Monterrey, en México; Buenos Aires, en la Argentina, y San Pablo, en el Brasil.
El desarrollo industrial de estas ciudades requirió de grandes obras de infraestructura y de la contratación de abundante mano de obra especializada. Las mayores oportunidades de empleo provocaron un intenso éxodo rural una gran cantidad de habitantes del interior de estos países migraron hacia las ciudades industrializadas, y se instalaron en las cercanías de las plantas fabriles, muchas veces en condiciones de precariedad.
Durante el proceso de industrialización para la sustitución de importaciones, el Estado de cada país fue el encargado de la realización de obras públicas para mejorar la infraestructura en distintos sectores: la salud, el transporte, las comunicaciones, la vivienda, la educación y la generación de energía.
La desindustrialización y relocalización industrial.
Deindustrialización.
En la década de 1970, se produjo una crisis internacional: el aumento en el precio internacional del petróleo, insumo fundamental para la industria, provocó la reducción de la actividad fabril y el cierre o traslado de numerosos establecimientos industriales en los países centrales, La crisis tuvo como consecuencia una modificación en la técnica de producción.
El modelo fordista, utilizado hasta entonces, implicaba un gran costo laboral para las empresas, debido a la cantidad de obreros que ocupaban en la línea de montaje.
Fue suplantado, entonces, por el modelo toyotista, originario del Japón y aplicado luego en el resto de las industrias en las que se fue con solidando el avance tecnológico. Este sistema se distingue del fordista por utilizar mucha tecnología y plantas laborales más reducidas, y porque las unidades se fabrican de acuerdo con la demanda existente.
Muchos de los países latinoamericanos no contaron con la inversión de capital estatal o privado necesaria para incorporar tecnología y competir en el mercado mundial.
De esta forma, gran parte de sus industrias quedaron obsoletas, y debieron cerrar o fueron adquiridas por empresas multinacionales.
Este proceso se profundizó con las políticas neoliberales aplicadas en la década de 1990. El neoliberalismo se basa en la reducción de la intervención del Estado en la economía, y en la libertad empresarial para intervenir en los asuntos económicos. Si bien la liberación de la economía motivó la inversión de las empresas privadas en la infraestructura y servicios de los países periféricos, tuvo consecuencias negativas para la población, por la desregulación del mercado laboral y el escaso control del Estado en el manejo de los servicios privatizados
Siglo XXI.
Desde fines del siglo xx, se produjeron una serie de cambios económicos y culturales en todo el mundo. Se trata de la globalización, un proceso complejo caracterizado por la integración de las economías nacionales en un único mercado mundial, el avance de las telecomunicaciones y la difusión de la cultura occidental. En este contexto, muchos países comienzan a asociarse para cobrar mayor fortaleza en el cambiante escenario global. Surgen, así, los bloques regionales: uniones entre países vecinos a través de acuerdos comerciales y políticos.
Así se crearon, por ejemplo, el NAFTA, en español TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), integrado por Canadá, los Estados Unidos y México; la Alianza del Pacífico, integrada por Colombia, Chile, México y el Perú, y el Mercosur, conformado por la Argentina, el Brasil, el Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia (este último en proceso de adhesión). Las relaciones multilaterales de diversa indole entre los distintos Estados del mundo se convirtieron, así, en la marca distintiva del siglo XXI.